Ahora que estamos en pleno periodo preelectoral, tenemos una sobredosis de actos públicos en los que los candidatos se esfuerzan en lanzar mensajes y consignas con tal de arañar nuestro voto.
Sin necesidad de ser expertos en temas de comunicación podemos descubrir a los neófitos que se presentan por primera vez, a aquellos que asumen un papel en la campaña sin experiencias previas o a simples transmisores/repetidores de los programas de campaña.
Y se les nota en la incomodidad que suelen transmitir la mayoría a la hora de ponerse frente a las cámaras (hay excepciones) al enfrentarse al público en un mitín (aunque ahí normalmente juegas en casa) porque, quieras o no, te vas a sentir examinado.
El pánico escénico, que últimamente ha afectado también a profesionales del espectáculo con una larga trayectoria y tablas, te puede y entonces estás perdido. El discurso se vuelve inconexo, pierde fuerza y al final se logra el efecto contrario a lo que se pretendía: el nuevo candidato sale debilitado, pierde credibilidad y su formación paga las consecuencias.
Para acabar de cerrar el círculo vicioso, hoy en día, con las redes sociales, cualquier pifia, desliz o metedura de pata enseguida está en el aire y se convierte en viral (estas últimas semanas tenemos ejemplos a diario).
¿Qué podemos hacer para evitar o minimizar el miedo a hablar en público o a meter la pata, con el fracaso subsiguiente?
Desde mi humilde experiencia, después de más de 20 años en distintas responsabilidades en las que he tenido que afrontar ruedas de prensa, mesas redondas, tertulias, debates, entrevistas, charlas, conferencias, mitines… me atrevo a dar unos simples consejos que a mí me han servido (tras aprender a base de errores y tropezones)
1-SER MUY CUIDADOSO CON EL LENGUAJE CORPORAL
Si no consigues que tu cuerpo esté en conexión con lo que estás diciendo, no vas a ser creíble. Tus gestos, tus movimientos, tu tono de voz, las pausas, dicen mucho de ti. Algunos expertos en comunicación explican que la imagen que dejas, la credibilidad que vas a transmitir depende en más de un 80 por ciento del lenguaje corporal y no del mensaje oral.
2- TENER MUY CLARO LO VAS A DECIR Y CÓMO. CREER EN LO QUE DICES
Si no estás convencido de aquello que vas a transmitir, no lo harás bien. La gente lo notará y tu mensaje perderá fuerza. Procura hablar siempre con tus palabras, ser natural. Las imposturas acaban por descubrirse y se pagan. No quieras aparentar ser quien no eres. Pierdes credibilidad.
Después de una experiencia personal desastrosa cuando empezaba en esto y en la que tuve que leer un discurso que habían preparado para mí cinco minutos antes del acto (y en cuyas palabras no me reconocía y me hicieron sentir muy incómodo), decidí que todas mis intervenciones me las prepararía yo mismo siempre. Así puedo expresar mejor lo que siento y cómo lo siento. Es más, siempre que podáis, os recomiendo huir del papel en vuestras comparecencias públicas (podéis acompañaros de algunas chuletas o guión para no perderse). Es mejor hablar desde el sentimiento, desde el corazón. La gente lo nota y lo agradece.
3- SABER MUY BIEN DONDE ESTÁS, QUIÉN ES TU PÚBLICO
No puedes dirigirte igual a todo el mundo. Como explico en el taller de LIDERAZGO, es muy importante saber identificar tu target cuando vas a mandar un mensaje, para asegurarte que llegue correctamente. Es muy importante establecer desde el principio una corriente de complicidad con la gente que te está escuchando, que vean que les entiendes, que estás en su misma onda. Comunicar de forma que conectes con sus expectativas y sobretodo que siempre, siempre seas honesto contigo y con ellos.
“Eres dueño de tus silencios y esclavo de tus palabras”
Recuerda que cualquier palabra pronunciada siempre vuelve (más hoy en día que en cada evento hay alguien grabándolo todo con su teléfono inteligente).
Y un último consejo: Sé siempre tú mismo.