Después de un largo verano en el que he dejado de escribir en el blog, por mor de las circunstancias y, tras un profundo proceso de reflexión y valoración, he tomado la decisión de volver a salir (una vez más) de mi zona de confort en la que tan cómodamente me había instalado los últimos cuatro años.
Cuando en coaching hablamos de abandonar dicha zona, lo hacemos con el convencimiento de que si queremos avanzar, crecer, mejorar, progresar, lograr nuevas metas, vencer nuevos retos… hay que hacer las cosas de forma distinta. Sólo así lograremos resultados distintos.
Envejecer es obligatorio, madurar es optativo.
Está en nuestras manos cómo trazamos el camino de nuestras vidas. Hay que arriesgarse, hay que equivocarse. Hay que tropezar y levantarse. La experiencia la adquirimos a base de superar errores y, cada tropezón es un peldaño más en nuestra progresión.
Ahora he decidido volver a arriesgarme, dejar la seguridad y comodidad de la consulta y lanzarme hacia un nuevo reto en unos momentos en que la gestión pública está muy desprestigiada y la valoración de la política está bajo mínimos. He decidido encabezar la lista electoral al Congreso por el PSIB-PSOE.
Quizás lo fácil era seguir como hasta ahora, pero hay trenes que sólo pasan una vez por tu vida y si no te subes a ellos, jamás sabrás que habría sucedido y, mucho peor, lo más probable es que nunca puedas reengancharte.
Estamos en un momento transcendental en nuestro país. Empieza a vislumbrarse el final de la crisis económica, aunque de forma débil y sin llegar aún a aquellos que más lo necesitan, los que en mayor medida han padecido la penuria económica.
Pero estamos también en plena crisis social: muchos de los valores básicos para que una sociedad avance, sea justa, solidaria y libre, están en cuestión.
Vivimos tiempos de cambio, pero las herramientas tradicionales con las que afrontábamos estos procesos también han cambiado. Los liderazgos carismáticos, individuales, indiscutibles van desapareciendo. Se imponen los líderes que saben trabajar en equipo, que sacan y aportan valor a los que le rodean, que aprovechan lo mejor de cada uno de los componentes del grupo.
Se llevan la comunicación y la inteligencia emocional. Empatía, resilencia, asertividad, son herramientas para afrontar los problemas.
Tenemos que ser capaces de mantener un diálogo permanente, escuchando NO oyendo. Los demás tienen algo que decir y seguro que también tienen parte de razón. Es importante tener valores, convicciones y saber defenderlas con firmeza, pero con la mente abierta, teniendo la capacidad de escuchar para ensanchar nuestra propia visión.
Estamos en tiempos difíciles pero a la vez apasionantes. El siglo XXI va a cambiar (ya lo está haciendo) la forma de sociedad que conocimos en el siglo XX. Las nuevas tecnologías, el acceso al conocimiento y a la información, la inmediatez, las migraciones masivas, la mezcla de culturas y los choques culturales consiguientes van a modificar las estructuras sociales.
A más pequeña escala, en nuestro país el mapa político-social también está cambiando. Y hemos de ser capaces de dar respuestas adecuadas a los retos que tenemos planteados, desde el consenso, el diálogo y el respeto. Si logramos hacerlo así, los cambios necesarios serán estables y nos darán otro periodo prolongado de estabilidad y confort… hasta que las inquietudes personales y colectivas nos impulsen de nuevo a abandonar dicha zona para seguir avanzando y evolucionando hacia una sociedad mejor.
Con el ánimo de que esta reflexión no sea una despedida, sino un hasta luego, dejaré de estar con vosotros durante un tiempo para no mezclar coaching y política… aunque ¡¡¡cómo separarlas!!!